ASPECTOS CRÍTICOS CEM

ASPECTOS CRÍTICOS CEM

Aspectos críticos científico-tecnológicos
sobre los campos electromagnéticos (*)

«Congreso Internacional de Bioelectromagnetismo 1999: Ciencia, Medicina y Progreso»
(Alcalá de Henares, 11/12 de noviembre de 1999)

Pedro COSTA MORATA
Ingeniero Técnico de Telecomunicación y Sociólogo
Gabinete de Medio Ambiente del colegio Oficial de Ingenieros Técnicos de Telecomunicación

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Persistencia de la polémica sobre la interacción campos electromagnéticos-salud humana
Excesos físico-matemáticos
Crisis de la idea de progreso
Apunte interdisciplinar

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Persistencia de la polémica sobre la interacción campos electromagnéticos-salud humana
Tal y como era de esperar de una polémica a la que corresponden coordenadas más sociales que físico-biológicas, no se avanza gran cosa en conclusiones que hayan de ser ampliamente aceptadas acerca de los posibles efectos nocivos de los campos electromagnéticos (CEM) en los organismos vivos, y sobre todo en la salud humana. Desde la parte, digamos, tranquilizadora (empresas, administraciones, la gran mayoría de los representantes de la ciencia oficial) se sigue repitiendo sin desmayo ni variación que «no hay indicios suficientes» y que «no hay evidencias» sobre esos efectos perjudiciales. Pero sobre esos mismos efectos sigue alzándose la parte, digamos, crítica, que quizás va escorándose cada vez més hacia la vertiente de lo social, no sólamente por su origen popular o sociopolítico (asociaciones de vecinos, grupos ecologistas, incluso partidos políticos) sino por la creciente dificultad de encontrar desde la ciencia no oficial (reducidísima, casi inexistente) un tratamiento global de este problema que resulte asumible por la fracción dominante.

Efectivamente, puede no haber incicios, ni evidencias suficientes de esos efectos perjudiciales, pero está claro que tampoco los hay de lo contrario; sólo hay insuficiencias, sin garantías de que sean indicadoras de una situación estable y consolidada en lo físico-biológico. Quedaría por determinar en quién recae la carga de la prueba, si -como se pide desde el bando tranquilizador- sobre los críticos o – como exigen éstos- sobre los que vienen desarrollando tecnologías de gran amplitud e impacto sin garantías absolutas sobre efectos secundarios o deletéreos. Barry Commoner, biólogo y ecologista norteamericano, hacía observar en uno de sus primeros trabajos (1963) la indiferencia de la ciencia moderna sobre las consecuencias indeseables de su propio desarrollo, y señalaba que «puesto que la revolución científica generadora de la moderna tecnología tuvo lugar en el campo físico, parece natural que la ciencia moderna facilite mejores controles tecnológicos sobre la materia inanimada que sobre los seres vivos» (1). Es a la ciencia y la tecnología emergentes a las que corresponde, desde luego, demostrar que sus efectos secundarios van a ser o nulos o asumibles socialmente.

Pero esa indecisión de fondo acerca de la verdadera significación para la salud de los CEM no deja de producir efectos en la normativa. Por eso se establecen límites y niveles de referencia en varias de las magnitudes que definen los CEM. Pesa en esta actitud, evidentemente contradictoria con la seguridad y cerrazón de la que hace alarde la parte tranquilizadora, la duda científica de fondo y la responsabilidad política, aspectos ambos que son el resultado de la experiencia habida en otros episodios científico-técnico-sanitarios, sobre los que el tiempo -a veces de forma brutal- ha acabado por despejar las dudas, resistencias e indecisiones durante largo tiempo mantenidas. En gran medida, este es el caso de las radiaciones ionizantes procedentes de las explosiones nucleares, tan alegre e irresponsablemente incontroladas durante años con el apoyo -o al menos el silencio cómplice- de una parte esencial de la comunidad científica.

En resumen, y celebrando que las cuestiones relativas a los CEM hayan salido y salgan de los ambientes científico-tecnológicos para instalarse en el corazón de la decisión político-social, hay que aludir a lo que actualmente se llama «gestión de riesgo» (avance sobre la realidad política y jurídica de lo que es la «evaluación del riesgo»), que se puede definir como «un proceso de decisión más subjetivo que implica consideraciones políticas, sociales económicas y de gestión necesarias para desarrollar, analizar y comparar las opciones legislativas» (2). Esta gestión se lleva a cabo, en definitiva, respondiendo simplemente a las preguntas: ¿Cuánto riesgo hay?, ¿Qué estamos dispuestos a aceptar? y ¿Qué deberíamos hacer? Con lo que queda debidamente ubicado -en lo institucional y lo global- el problema electromagnético.

Excesos físico-matemáticos
Así, si bien se asegura que no existe ninguna prueba de que irradiaciones electromagnéticas con densidad de potencia por encima de los 10 mW/cm2 produzcan en los humanos efectos nocivos, todos los países y organismos se alejan considerablemente de ese nivel, estableciendo normativamente, por lo general, entre 0’5 y 1 mW/cm2 el límite de irradiación; y esto se hace así «para mayor seguridad»…

Dudas más profundas son las que se ciernen sobre las garantías de los «modelos biofísicos» manejados en estas tareas que, descartando la identificación de cualquier mecanismo de interacción, pretenden fundamentar sobre ellos mismos la conformidad social. Si en estos modelos se excluye la posibilidad de que los CEM interfieran en proteínas, enzimas o tejidos biológicos a la luz de la experiencia conocida, se está contemplando la realidad de forma restrictiva (3), generalmente con exceso de celo físico-matemático. Las afirmaciones, por otra parte, de que «no se dispone de evidencias epidemiológicas que avalen la relación postulada entre la exposición a CEM y un incremento en el riesgo de defectos en los procesos de reproducción y desarrollo, o de alteraciones mentales y del comportamiento»(4) restringen claramente las lecciones de los estudios epidemiológicos ya que «los resultados obtenidos no demuestran una relación dosis-respuesta»(5), con lo que la capacidad de estos estudios para arrojar luz definitiva en este asunto parece ir disminuyendo, en lugar de crecer en fiabilidad.

Resultan evidentes los excesos de la física matemática actual, incluso en los campos de los que parecería esperarse de ella una explicación plausible ( si no definitiva) sobre cuestiones esenciales que afectan al entendimiento básico de nuestro universo (aunque no a los problemas ordinarios de nuestra sociedad). La generalización del trabajo científico mediante la elaboración de teorías casi totalmente matemáticas no puede evitar que se lancen sobre esta metodología, de forma cada vez más agria, acusaciones de irrealidad y, en todo caso, de alejamiento de los intereses más generales. Es irritante que se tenga que admitir -en un momento de nueva exaltación de la llamada «conquista espacial»- que no se conocen bien los mecanismos celulares y moleculares implicados en la acción sobre los humanos de los CEM, y por lo tanto se desconozcan casi todo sobre límites o umbrales de exposición. En un mundo crecientemente elctromagnético, que envuelve a seres eminentemente eléctricos como son los humanos, se concede mucha más importancia a conocer el espacio exterior, incluso el más lejano, que el inmediato y acuciante mundo de la vida celular y su comportamiento bajo influencias nuevas de índole tecnológica. Los estudios epidemiológicos son, en este contexto, un recurso -tanto si se acometen con ánimo defensivo como si se instrumentalizan a modo de recusación- que muestra ya sus limitaciones en cuanto a alcanzar un mejor conocimiento de mecanismos biofísicos esenciales.

Frente a estos estudios epidemiológicos, a los que se sigue dando tanta importancia por su aparente capacidad de establecer/descartar mecanismos evidentes, se alza la no linealidad de la gran mayoría de los fenómenos naturales, constituida en base científica que cada vez perturba más el trabajo, en gran medida autocomplaciente, de los científicos enmarañados en la transcripción matemática de esos acontecimientos. La no linealidad como realidad desconcertante -si bien muy frecuente- está presente también en la biofísica de los campos electromagnéticos. Así, no hay explicación aparente (ni función matemática que la ilustre) de la relación sorprendente entre el incremento de valor de las radiofrecuencias y la tasa de absorción específica (TAE) resultante en humanos, que tras un tramo de aumento casi lineal experimenta un brusco descenso a partir de los 80/90 Mhz para estabilizarse entre los 500/1.000 Mhz, volviendo a remontarse lentamente sobre los 50.000 Mhz (6).

Este ejemplo sirve para destacar la especificidad de los organismos vivos en su comportamiento ante -o bajo- agentes que muestran una acción claramente lineal; la respuesta, el impacto real puede no seguir la misma función. De ahí el extremado cuidado de que hay que hacer gala cuando se intenta trasladar teorías matemáticas de uso más o menos habitual e incluso convincente en el mundo de los fenómenos físicos al de los seres vivos: la capacidad vaticinadora de estas teorías, o de los modelos matemáticos aplicados, se reduce notablemente. Y es que, como advierte Ernst Mayr, «cada organismo es único y cambia además de un momento a otro» (7).

Cuando se establece en el umbral de la ionización -esos 12, 4 eV correspondientes a radiaciones con longitudes de onda del orden de cientos de angströms y frecuencias de miles de terahercios -la radicalidad del si/no para los efectos mutagénicos se está descartando, al menos, que las sinergias entre lo electromagnético y lo tóxico, por ejemplo, pueden neutralizar la virtualidad física de ese nivel energético-matemático. Y en consecuencia, se sobrevalora un determinante físico escueto al desconocerse la realidad global natural, que actúa como algo distinto a la suma de realidades parciales.

Las teorías del caos vienen en nuestra ayuda y nos fortalecen en el escepticismo antimatematicista, tan necesario en momentos en que la confusión y hasta la charlatanería orlan el trabajo científico. Efectivamente, el caos es una característica de muchos sistemas no lineales, es dedir, que presentan soluciones distintas según varíen las condiciones iniciales. Y es evidente que «si existe un sistema no lineal, este es el que forma el conjunto de la naturaleza» (8).

El exceso matematicista de la física actual es evidente. Porque si bien los modelos numéricos funcionan particularmente bien en astronomía y en física de partículas, por ejemplo, contribuyendo a que los físicos puedan definir lo que de otra foma sería indefinible, no son en absoluto seguros cuando se aplican a entidades o fenómenos tan complejos como los de la Biología. «Un quark -dice Horgan- es un constructo totalmente matemático y sus propiedades, como el encanto, el color, la extrañeza, son propiedades matemáticas que no tienen analogía con el mundo macroscópico en que vivimos» (9).

Ese matematicismo, o fisicismo matematicista tiene su referencia, en gran medida, en el célebre enunciado de Galileo (1564-1642) de que «la naturaleza está escrita en lenguaje matemático» (10), así como en el racionalismo del siglo XVII, que el tiempo ha demostrado que reduce y coacta la extensa realidad natural, y muy especialmente la de los fenómenos no lineales, que son quizás la mayoría y desde luego los más importantes. Paul Dirac (1902-84), en nuestros días, ha retomado la misma idea pero corrigiéndola con humildad y tomando buena nota de los excesos de la física matematicista; porque no todas las soluciones de las ecuaciones/leyes matemáticas han de tener significado físico. Dirac aclaró que en su opinión la física era matemática, aunque no cualquier tipo de matemática, y puesto que postulaba que «las leyes físicas deben tener belleza matemática», las expresiones matemáticas bellas eran, para él, las razonable e intrínsicamente efectivas en las ciencias naturales. Otra observación de aplicación en nuestra reflexión es que si bien las estructuras matemáticas son infinitas no sucede lo mismo con las leyes que describen la naturaleza: es decir, que lo que es matemáticamente posible no tiene por qué serlo físicamente (11). Cabría añadir, a esa «revisión galileana», que no puede asegurarse que todos los fenómenos y leyes físicas hayan de tener expresión matemática exacta, o al menos, que se haya de encontrar un día su representacion matemática correcta…

Entre las consecuencias no menos importantes de estos excesos matemáticos en la física contemporánea ha de anotarse el alejamiento y la desconfianza que el ciudadano, incluso el bien informado, opone a este trabajo tan críptico como elitista. No ha de extrañar, entonces, cierta alarma del ciudadano que ha de escuchar, o leer, a sesudos científicos concentrados en su mundo de constructos físico-matemáticos con observaciones a medio camino entre el dramatismo científico y la perplejidad ordinaria; como ésta: «Podría confirmarse que la realidad procede de los retorcimientos de bucles de energía en un hiperespacio de diez dimensiones…»(12).

Crisis de la idea de progreso
En buena medida, es la venalidad de gran parte del trabajo científico-tecnológico lo que ha hecho que, por primera vez en los doscientos años de vigencia casi indiscutida, se halle seriamente cuestionada la idea de progreso como proceso lineal y necesario. Es positivo, desde luego, que este paradigma haya entrado en crisis tras la larga etapa de aceptación y auge casi universales, desde que lo acuñara Condorcet (1793) en sus dimensiones verdaderamente modernas (13). La discusión sobre esta idea, a la luz de la evolución de cuanto se considera progreso social, y sobre todo a lo largo del siglo XX, deja muy amplio margen para el escepticismo frente a la ciencia y la tecnología.

Sobre todo, este binomio ciencia-tecnología (entre cuyos componentes ya no es posible establecer relaciones de sumisión o de antelación) ha de enfrentarse a las acusaciones que le niegan el ser capaz de resolver los problemas sociales más acuciantes y básicos: pobreza, enfermedades, guerras. Sino que, por el contrario, parece instalarse, más bien, en una plataforma fatal de generación de nuevos problemas y de agravamiento de los ordinarios. En su intento de desentrañar cada vez fenómenos más complejos «la ciencia está dejando atrás nuestros axiomas innatos» (14).

Tampoco la ciencia viene distinguiéndose, en los años de mayor arrogancia y pretensión, por contestar a nuestras preguntas fundamentales, como las que tienen relación con el sentido de la vida y la presencia del hombre en el mundo. Precisamente, parece que el mayor embate actual que va a sufrir la idea de progreso procederá de la discusión que biólogos y paleontólogos vienen animando sobre la evolución de la vida con un cariz cada vez más escéptico, incluso «destructivo». Así, se recusa actualmente la idea de evolución progresiva de la vida como producto ideológico de la Inglaterra victoriana (darwinista, liberal-imperialista) y resultado de la selección que imponen los más fuertes para ser sustituida por «un proceso donde el éxito evolutivo se basa fundamentalmente en la suerte» (15) (es decir, en el caos).

La crítica desde la biología reforzará los planteamientos más inconformistas desde lo social, que si bien parecen arrancar del 68 francés tienen mucho más que ver con la crítica ecologista del último tercio de siglo. No es posible aceptar que el medio ambiente en general discurra por canales de progreso sensible, sino todo lo contrario; tampoco es evidente que hechos tan elementales como la alimentación -a escala local, nacional o planetaria- evolucione favorablemente, resultando espectaculares tanto los puntuales escándalos que salpican el mundo entero como el progresivo deslizamiento desde tradiciones saludables hacia pautas culinarias y gastronómicas aberrantes.

Son muchos los que sostienen que cada vez es más sensible el regreso general en salud personal y pública, tanto la física como la mental. La medicina química y tecnológica encuentra cada vez más dificultades para demostrar que evoluciona en una trayectoria adecuada y para garantizar que no genera más perjuicio que beneficio. Aunque esta apreciación, bastante extendida, necesita desde luego de matización y equilibrio, no puede separarse de hechos igualmente preocupantes, como sucede con el retorno de enfermedades «erradicadas» y la aparición de otras consideradas «nuevas». La verdad es que adquiere forma por momentos un estado patológico general muy en conexión con el desarrollo económico ( e incluso, se diría, con la calidad de vida tal y como sigue siendo considerada) y caracterizado por el stress y la velocidad, el desasosiego y la competitividad, el aislamiento y la insolidaridad,etc.

El ritmo económico, y la casi absoluta instrumentalización de la ciencia y la tecnología por las exigencias productivas y crematísticas nos recuerdan que ciencia y tecnología son un producto social y que en consecuencia responde a las fuerzas y resortes dominantes de cada momento en esa sociedad. Y está claro que cada vez menos ese impulso social procede de objetivos y anhelos colectivos, amplios, verdaderamente sociales, sino más bien de grupos o instituciones parciales pero privilegiadas, como el empresariado, la competencia internacional, la comunidad científica o incluso la clase política.

Malos tiempos, pues, para creer en el progreso según el optimismo y la reflexión de nuestros ancestros ilustrados y desarrollistas, para los que esa idea actuó como motor o meta. Hoy esa meta resulta o desconocida o indeseable, y obliga a someter a revisión profunda -radical- todos los componentes de la llamada «civilización moderna». Pero hay que reconocer que no podía ser de otra forma: el progreso se ha ido identificando más y más con índices y criterios económicos y hasta economicistas, y ha llegado a hacernos olvidar que era de progreso social de lo que se trataba, y que ese progreso social, que es el verdadero, consiste en algo muy distinto a la sucesión de cifras económicas en progresión.

Recordemos, finalmente, que las raíces del escepticismo frente a la idea de progreso han tenido siempre un fundamento, digamos, metafísico. Ya en 1920, John Bury advertía en un clásico trabajo que la creencia en el progreso pertenece a ese tipo de ideas que no dependen de la voluntad humana, sino de la aceptación o no de su propia realidad o falsedad. La idea de progreso -como la inmortalidad personal, el Destino o la Providencia- atañe a los misterios de la vida y por eso se puede creer o no en ella, porque puede ser verdadera o falsa (16).

Apunte interdisciplinar
No creo que sea cuestión, llegados a este punto, de esperar que la ciencia como producto e institución sociales reconduzca sus esfuerzos con otros criterios y prioridades. La feroz competencia entre Estados, empresas e individuos no augura ninguna reorientación positiva de sus pretensiones y objetivos, sino, por el contrario, una agudización de sus aspectos rentabilistas y economicistas, lo que afectará a su alta especialización y a la dedicación abrumadora hacia unos aspectos frente a la marginación de otros. Se agravará, pués, su alejamiento de las necesidades verdaderamente sociales, como viene siendo palpable desde mediados de este siglo.

Pero esto no debe hacernos olvidar que la ciencia -la verdadera ciencia, es decir, la que tiene siempre finalidad social- es sólo una, y no es acertado el asumir su complejidad aparente como razón indiscutible para seguir atomizándola ad infinitum. Porque esto no sólamente crea desazón y frustración personales tanto en las etapas de formación como, sobre todo, en la de ejercicio profesional, sino que configura un lamentable panorama en el que proliferan más y más los científicos que son -y así se muestran, muchas veces con orgullo- verdaderos analfabetos en casi todas las parcelas del saber menos en la que cultivan ordinaria y – casi siempre- apasionadamente.

La polémica electromagnética refleja suficientemente la posición científica parcial de cada protagonista (sea individual o colectivo): cada exponente parte de un enfoque, o punto de vista, generalmente separado o aislado de numerosos otros posibles. Esto sucede sobre todo entre profesionales o especilistas de las diversas ciencias naturales, como físicos y biólogos.

En la actitud del especialista suele estar presente el desprecio hacia toda definición generalista del saber, y esta es una actitud con connotaciones político-sociales. Barry Barnes, que cree que la actividad científica en cuanto tal es una actividad colectiva y organizada que se haya inserta en la división social del trabajo, señala que «la especialización estaría en el origen del formidable poder de los científicos considerados como grupo social»(17).

Pero esa especialización del saber lleva a niveles de exageración que rozan lo ridículo, porque no pocas veces un especialista en determinada rama de la Matemática, por ejemplo, ha perdido la visión general sobre la Matemática como ciencia… Robert Oppenheimer hacía observar (1965) que «se han desarrollado las disciplinas especializadas como los dedos de la mano, unidos en su origen pero que ya no están en contacto unos conotros», y sentenciaba, presa de una indisimulable desolación personal: «En la actualidad el conocimiento científico no constituye un enriquecimiento de la cultura general» (18).

De ahí que sea precisamente la formación amplia, la ambición científica universalista la recomendación que haya de hacerse siempre que posiciones pretendidamente científicas se enfrenten sin diálogo, atrincheradas en sus respectivos postulados o paradigmas tradicionales y específicos. Esa lamentable separación -radical, vital, nada trivial- entre «ciencias y letras» tanto en los planes de estudio como entre científicos, intelectuales y profesionales del momento ilustra el punto necio y disparatado al que han llegado la institución de la enseñanza y en consecuencia la comunidad científica y tecnológica. El vulnerar este determinante, este corsé y esta perspectiva chata del mundo y el conocimiento que sobre él hemos de pretender puede salvarnos de las dedicaciones obsesivas y de la sobrevaloración de la propia actividad, que configuran una actitud siempre indeseable.

La crítica científico-tecnológica sólo es posible con un amplio bagaje científico y con un mínimo de experiencia tecnológica pero, sobre todo, exige una sólida vocación por lo social, lo que -a despecho de muchísimos científicos naturales- también constituye un empeño científico y genera una parcela del saber con pretensiones bien fundadas, de tanta o mayor universalidad como pueda arrogarse la física teórica. (No está de más recordar que una de las causas que originaron la sociología como ciencia moderna fue la «reacción» ante las consecuencias nocivas que la Revolución Industrial mostraba ya en la transición de los siglos XVIII a XIX; y de ahí que siempre se preocupara de la reorientación de la ciencia, dando prioridad a sus aspectos y determinantes sociales, con afán declarado de unificación).

Además, desde el famoso trabajo de Thomas S. Kuhn (19) (1962) pocos siguen discutiendo que la ciencia no sea otra cosa que «una empresa colectiva de solución de enigmas». Y ya no se pueden ignorar ni su dimensión social ni su enraizamiento histórico (20).
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Notas
(1) Commoner, Barry: Ciencia y supervivencia. Plaza & Janés, Barcelona, 1970.
(2) Del artículo de Francisco Vergara, «Riesgos para la salud humana de las exposiciones ambientales a campos eléctricos y magnéticos» en Física y
sociedad, Revista del Colegio Oficial de Físicos, n14 10 (primavera de 1999).
(3) Siguiendo a Alejandro Úbeda, biólogo, en «Campos magnéticos ambientales y cáncer», El País, 1-6-1994, en respuesta al artículo «¿Afectan los campos
eléctricos y magnéticos al hombre?», del físico Miguel Aguilar, publicado en El País, 11-5-1994.
(4) Según S. Castaño, A Real y J.M.Gómez, del CIEMAT, en «Campos electromagnéticos generados por las líneas de alta tensión. Posibles efectos sobre la
salud y el medio ambiente», en Física y Sociedad, op. cit.
(5) Según Francisco Vergara, op. cit.
(6)Véase el artículo de Robert Cleveland, «Radiofrequency radiation in the environment: sources, exposure standards and related issues», en Ayrepetyan, S.
y Carpenter, D.: Biological Effects of Electric and Magnetic Fields. Academic Press, San Diego (Cal.), 1994.
(7) Mayr, Ernst: Towards a New Philosophy of Biology, citado en John Horgan: El fin de la ciencia. Los límites del conocimiento en el declive de la era
dientífica. Paidós, Barcelona, 1998.
(8) Sánchez Ron, J.M.: Diccionario de la Ciencia. Planeta, Barcelona, 1996.
(9) Horgan, John:op. cit.
(10) Aunque la redacción y su contexto es ligeramente distinto, tal y como aparece en Il Saggiatore, 1623, VI, 232.
(11) Citado en Sánchez Ron, J.M.: op.cit.
(12) Horgan, John: op.cit.
(13) Marqués de Condorcet: Esbozo de una imagen histórica del progreso del espíritu humano. Publicado en 1795, un año después de su muerte.
(14) Citado en John Horgan, op. cit. aludiendo al pensamiento de Gunther Stent y Gregory Chaitin.
(15) Del artículo de Pere Alberch, «El concepto de progreso y la búsqueda de teorías generales en la evolución», en El progreso.¿Un concepto acabado o
emergente?, editado por Jorge Wagensberg y Jordi Agustí. Tusquets Editores/Fundació «la Caixa», Barcelona, 1998.
(16) Bury,John: La idea del progreso. Alianza, Madrid, 1972.
(17) Barnes, Barry: Sobre ciencia. RBA Editores, Barcelona, 1995.
(18) Robert Oppenheimer, citado en W.O.Hagstrom: The Scientific Community. Basic Books, Nueva York, 1965.
(19) Kuhn, T.S.: La estructura de las revoluciones científicas. FCE, Madrid, 1990.
(20) Citado en M.González, José A. López y José L. Luján: Ciencia, tecnología y sociedad. Una introducción al estudio social de la ciencia y la tecnología.
Tecnos, Madrid, 1996

WIFI IMPACTO SANITARIO

WIFI IMPACTO SANITARIO

La tecnología Wi-Fi

Pedro Belmonte Espejo (Ecologistas en Acción)
pedrobelmonte@msn.com


El desarrollo de dispositivos informáticos y no-informáticos conectados ha supuesto el crecimiento de la instalación de tecnologías basadas en las radiofrecuencias y microondas que permiten la conexión inalámbrica entre distintos ordenadores y/o portátiles. La tecnología wifi (Wireless Fidelity), ofrece la posibilidad de conexiones rápidas a través de señales de radio sin cables o enchufes. Las tecnologías Bluetooth, wifi, PDAs, WiMAX (wifi de banda ancha) tienen el denominador común de referirse a tecnologías que permiten la comunicación de voz y datos sin utilizar cables.

Estas tecnologías (tecnologías wireless) están reemplazando a los cables de conexión. Las redes inalámbricas tipo Bluetooth, con un alcance de 100 metros o los sistemas wifi, de un alcance superior, donde podemos estar permanentemente conectados. Todos estos sistemas emiten campos electromagnéticos de microondas pulsantes similares a la telefonía móvil.

En el estado español, se adapta la normativa internacional concretada en  la banda de 5 gigahercios  de frecuencia  para sistemas de acceso inalámbricos (WiFi) a la red fija a alta velocidad. Designa la banda de 14 gigahercios para hacer posible el acceso a Internet desde aviones (American Airlines y Delta Air Lines ya tienen previsto incorporarlo) y reserva la banda 2500 a 2690 megahercios para futuras ampliaciones de los sistemas de telefonía móvil de tercera generación UMTS:

Los sistemas wifi y los impactos ambientales y sanitario

Wifi es la abreviatura de Wireless Fidelity,  un conjunto de normas para redes inalámbricas (redes en la cual la comunicación entre sus componentes se realiza mediante ondas electromagnéticas); siguiendo las especificaciones técnicas quese ajustan al  protocolo IEEE 802.11 o WI-FI; que es un estándar de protocolo de comunicaciones del Institute of Electrical and Electronics Engineers IEEE (Instituto de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos). El IEEE es una asociación profesional mundial que, entre otras cosas, establece protocolos y normas de funcionamiento de los sitemas de comunicación inalámbricos.. Wi-Fi se creó para se utilizada en redes locales inalámbricas de ordenadores LAN (Local Area Network), para usarlo en el acceso a internet.

Los routers wifi emiten a lo sumo 100mW, pero suponen un riesgo para la población escolar por su cercanía a los niños/as en especial a la cabeza, en edad pediátrica, cuando se está desarrollando su cerebro y su sistema nervioso. Los sistemas wifi emiten cuándo hay transferencia de datos. Sin embargo se consigue una mejor conexión  y una mayor velocidad con conexión por cable. Habría que usar el wifi como último recurso, cuándo no se pueda establecer conexión por cable  y si es absolutamente necesario. No se debería instalar en los dormitorios de los niños o cerca de los mismos Si se emite con menos potencia (del orden de 100mW, por los 2W con los que emite un móvil), sin embargo, en muchas empresas y colegios se emite muy cerca de la persona y su cerebro, en una exposición horaria continua y amplia en ámbitos laborales o en centros de enseñanza durante el horario escolar.

El problema fundamental son los niveles de emisión/inmisión de microondas pulsátiles a los que estamos expuestos, y las emisiones de los sistemas wifi se sumarán a las emisiones de los sistemas de telefonía móvil y, especialmente, en los grupos de edad sensibles como personas mayores o niños/as cuando se instalan estos sistemas,  por ejemplo, en centros de enseñanza, unido al problema de una exposición continua a estas emisiones de los trabajadores/as de determinadas empresas. Uno de los riesgos emergentes en el ámbito laboral europeo, son los campos electromagnéticos, riesgos físicos identificados como más peligrosos en un reciente Informe del Observatorio Europeo de Riesgos de la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo (1).

La polémica mediática sobre el uso de los sistemas wifi comenzó en Gran Bretaña después de que una investigación hecha por el programa Panorama, de la cadena estatal BBC, denunciara los peligros que esta tecnología puede acarrear sobre los seres humanos. Este programa centró sus tesis en que la emisiones de estas ondas radioeléctricas eran tres veces más potentes que las emitidas por un aparato de telefonía móvil, por lo que sus posibles efectos adversos afectarían en la misma proporción. La Agencia de Protección Sanitaria británica quiere acabar con el debate entre científicos y expertos y  realizar un  estudio sistemático sobre si las emisiones de los sistemas wifi pueden afectar a la salud pública; dado que  en el Reino Unido la mayoría de los centros educativos tienen sus redes informáticas conectadas por wifi; con la lógica preocupación entre enseñantes y padres  madres de alumnos/as

La Comisión Internacional para la Seguridad Electromagnética (ICEMS) en su conferencia internacional: Aproximación al Principio de Precaución y los Campos Electromagnéticos: Racionalidad, legislación y puesta en práctica, en la ciudad de Benevento, Italia, ( 22-24 de febrero de  2006) llegó a una serie de conclusiones, atrvés de laResolución de Benevento, en la que propone: Promover las alternativas a los sistemas de comunicación sin hilos, por ejemplo: uso de la fibra óptica y de los cables coaxiales (2). Las  propuestas del ICEMS  para los sistemas inalámbricos urbanos (por ejemplo. Wi-Fi, WIMAX, sistemas de banda ancha por cable o línea eléctrica o tecnologías equivalentes) deben estar sometidas a una revisión pública de la exposición potencial a campos electromagnéticos (CEM) y, en el caso de estar instalados anteriormente, los municipios deben asegurar una información disponible para todos y actualizada regularmente.


La universidad de Lakehead, en Ontario, Canadá, ha eliminado las conexiones Wi-Fi en aquellos lugares donde no se pueda acceder a internet mediante fibra óptica. Fred Gilbert, presidente de la Universidad, se muestra cauteloso con el empleo de dichas redes: «No se conoce el impacto que puede tener sobre las personas el uso de las ondas electromagnéticas», basa esta medida en estudios aparecidos recientemente que relacionan casos cancerígenos ocurridos en animales, y humanos, con estos campos electromagnéticos (3)

El 20 de julio de 2007, el Ministerio Federal Alemán de Medio Ambiente, señalaba  que como medida de precaución son preferibles los sistemas de transmisión de datos por cable como alternativas a los sistemas wifi. Se recomendaba a escuelas y centros de enseñanza que, si era posible, se evitase los sistemas wifi.

En septiembre de 2007 se presentaba el denominado Bioinitiative Report; realizado por un grupo internacional de científicos, investigadores y profesionales de la salud pública (4). La Agencia Europea de Medio Ambiente (EEA) ha contribuido en este nuevo informe con un capítulo redactado de un estudio de la propia EEA “Últimas lecciones de las primeras alertas: el principio de precaución 1896-2000” publicado en 2001. El informe expone una detallada información científica sobre los impactos en la salud cuando se está expuesto a la radiación electromagnética cientos y miles de veces por debajo de los límites establecidos. Los autores/as han revisado más de 200 estudios científicos y trabajos de investigación, y han concluido que los niveles existentes de seguridad pública son inadecuados para la protección de la salud. Desde el punto de vista de las políticas de salud pública, unos nuevos límites de seguridad están justificados basados en el peso total de la evidencia.

– Los investigadores señalan que las evidencias sugieren que los efectos biológicos e impactos en la salud pueden ocurrir y de hecho ocurren a niveles mínimos de exposición, niveles que pueden estar miles de veces por debajo de los límites públicos de seguridad actuales. Los campos electromagnéticos de radiofrecuencia o microondas pueden considerarse genotóxicos (que dañan el ADN de las células) bajo ciertas condiciones de exposición, incluyendo los niveles de exposición que están por debajo de los límites de seguridad existentes.

– Advierten además de que niveles muy bajos de exposiciones pueden llevar a las células a producir proteínas de estrés, reconocen las exposiciones a estas emisiones como dañinas y que hay una evidencia substancial de que estas emisiones pueden causar reacciones inflamatorias, reacciones alérgicas y cambiar las funciones inmunes normales a niveles permitidos por los actuales valores limite de seguridad

– También en septiembre de ese año la Agencia Europea de Medio Ambiente (EEA) señala que es necesario cuestionar los límites de exposición actuales a los CEM, incluidos los emitidos por los sistemas wifi, de acuerdo con el Grupo de Trabajo BioInitiative (5).

– En noviembre de 2007, El Comité de Higiene y Seguridad (CHS) de la Dirección de Asuntos Culturales de la ciudad de París ha votado la propuesta que reclama una moratoria para la implantación del wifi en bibliotecas y museos hasta haber constatado los efectos sanitarios del wifi”. Las asociaciones alegan los efectos genotóxicos de las frecuencias del wifi. En diciembre la Alcaldía de Paris desactivaba las instalaciones wifi de seis bibliotecas públicas de la ciudad, debido a que los trabajadores se quejaban de problemas de salud, invocando el principio de precaución (6).

– El investigador prof. Olle Johansson, del prestigioso Instituto Karolinska de Estocolmo, ha expresado su preocupación sobre la enorme difusión de los sistemas  WiFi, y aseguró que hay miles de artículos científicos relativos a lo efectos adversos.de radiofrecuencias y microondas.

– En el estado federal austriaco de Salzburgo (Austria), el gobierno ha estado sugiriendo a las escuelas no instalar redes WiFi durante los últimos meses, y está considerando una prohibición.
– En Gran Bretaña, Philip Parkin. Secretario General de Voice, antigua Asociación Profesional de Enseñantes , estima que una generación de ninños/as son efectivamente “cobayas en un experimento a gran escala” (7)

– Un estudio ”in vivo“, La tesis doctoral del Dr. Dirk Adang, que trabajó, con 124 ratas, bajo la dirección del catedrático André Vander Vorst en la Universidad Católica de Louvain-La-Neuve en Lovaina (Bélgica), llega a las conclusiones alcanzadas en la tesis en las que alerta sobre  que las radiaciones de los teléfonos móviles, las antenas de telefonía y los aparatos Wi-Fi no sólo hacer perder memoria y deterioran el organismo sino que en algunos casos aceleran la muerte.

El Dr. Adang formó con los roedores cuatro grupos; a tres les expuso durante 18 meses a dos horas diarias de radiaciones -cada grupo con distintos niveles e intensidades- y el cuarto no recibió radiación. Las tasas de mortalidad en los tres grupos radiados fueron respectivamente del 48´4%, 58´1% y 61% mientras que en el grupo de control el número de roedores que murió fue de sólo un 29%. Paralelamente, Adang investigó el impacto sobre la memoria y la conclusión fue que una larga exposición -15 meses- causa “evidentes pérdidas de memoria”.

El catedrático que ha dririgido la tesis, Vander Vorst, reconoció haberse quedado “impresionado” con el hecho descubierto y agregó que, aunque los resultados no pueden extrapolarse sin más a los humanos, todo indica que “es necesario dictar normas más rigurosas mientras no se pruebe que estas radiaciones no son peligrosas para la salud. Las normas actuales de radiación máxima en la mayor parte de los países europeos no son suficientemente estrictas a excepción de Suiza y Luxemburgo”. (8)

En enero de 2009, residentes de la ciudad de Glastonbury (Reino Unido) han afirmando que una red Wi-Fi es la responsable de una serie de problemas de salud que están sufriendo. También en Canterbury, el Consejo Parroquial se ha opuesto a la solicitud <ante el ayuntamiento de dos torres wifi ; por motivos de impacto visual, posibles efectos sobre la salud y el hecho de que el permiso no se haya pedido antes de su instalación
Bélgica, Italia y Austria ya han limitado severamente el límite máximo permisible para las emisiones de Wi-Fi y en Alemania el gobierno está asesorando para que el público en general vuelva  a la banda ancha por cable.

– En el estado español, el Ayuntamiento de Basauri (Vizcaya) ha anunciado que va  a sustituir poco a poco las redes inalámbricas de acceso a Internet, existentes en las Casas de Cultura por otras de cable ADSL (9).También se han producido movilizaciones vecinales y ecologistas a favor de otras alternativas de acceso a Internet frente al sistema wifi en Valladolid y en León, paralizando un juzgado, en este último caso, de forma cautelar, el despliegue de las antenas wifi en el casco histórico (10).

Conclusiones

Las antenas Wifi se pueden comprar por Internet y por lo tanto su radiación es más incierta que la de las estaciones base de telefonía móvil. En la práctica, nadie regula dichas potencias ni el número de usuarios ‘on-line’, y cualquiera puede montar una estación base en su casa. Un panorama realmente caótico si consideramos sus riesgos.

Es necesaria, por tanto, una moratoria en su implantación, al menos en centros de enseñanzas, bibliotecas públicas y universidades y edificios públicos  y su  sustitución, también en ambientes laborales en ambientes laborales, por sistemas ADSL de cableado coaxial o fibra óptica.

El desarrollo de un  mayo control sobre los niveles de emisión/ inmisión de las antenas y sistemas wifi es una labor concreta de administraciones locales, regionales  y las inspecciones territoriales de telecomunicaciones  que eviten la proliferación caótica  que han supuesto los anteriores despliegues de las redes de telefonía móvil.

Notas

1. Declaraciones de Eusebio Rial, director de la institución. Europa Press 1/03/2207. Pedro Belmonte Espejo: La tecnología wifi. El Ecologista, Nº 57, 2008 , pags. 44-46. Foster K.R.: Radiofrequency exposure from wireless LANs utilizing Wi-Fi technology. Health Phys. 2007 Mar;92(3):280-9
2. AA. VV: Benevento Resolution 2006. Electromagnetic Biology and Medicine, Volume 25, Issue 4 2006. pp. 197-200. Francesco Boella, Francesco Mozzo, Francesco Panin, Livio Giuliani: Perspectives in risk management in Italy: the impact of WiMax and Wifi (PP presentation) Foundations of bioelectromagnetics: towards a new rationale for risk assessment and management. 6th ICEMS Workshop, December 17, 2007, Venice, Italy. Salles, Alvaro A. de; Fernández Claudio R.:  Exclusion Zones Close to Wireless Communication Transmitters Aiming to Reduce Human Health Risks .Electromagnetic Biology and Medicine, Volume 25, Issue 4 , December 2006, pages 339 – 347.
3. Lakehead University: wifi policy policies.lakeheadu.ca/policy.php?pid=178 .
4. Carl Blackman, USA, Martin Blank, USA, Michael Kundi, Austria, Cindy Sage, USA, et alii: BioInitiative Report: A Rationale for a Biologically-based Public Exposure Standard for Electromagnetic Fields (ELF and RF).Release Date: August 31, 2007, 610 pp. www.bioinitiative.org .
5. www.eea.europa.eu/highlights/radiation-risk-from-everyday-devices-assessed. Published: 17 Sep 2007. The Independent. 16/09/2007(UK). The New Zealand Herald 16/09/1007(NZ).
6. www.news.fr/actualite/societe/0,3800002050,39376062,00.htm
7. Mail Online News. 28th July 2008.
8. EFE, 24 de junio 2008, El Periódico de Aragón 25/06/ 2008.Info7 2008 TV Azteca Noreste
9. Deia. Bilbao. 22  de julio de 2008
10. 20 minutos. Valladolid. 11.07.2008. Diario de León. León. 27 de Julio de 2008. Auto del Juzgado Contencioso / Admtvo. N.2 de León. N.º de Identificación Único: 24089 3 000968 / 2008. León 31 de julio de 2008.

WIFI EN LAS ESCUELAS

WIFI EN LAS ESCUELAS

Wi-Fi en las escuelas

Dra. Magda Havas, B.Sc, Ph.D.

Environmental and Resource Studies, Trent University, Peterborough, ON, Canadá
Teléf.: (705) 748-1011 X7882 Fax: (705) 748-1569
Correo electrónico: mhavas@trentu.ca

Traducción: Irune (Covace)

5 de mayo de 2009

Carta abierta a los padres/madres, profesores /as y juntas escolares sobre las redes de Wi-Fi en la escuela.

Soy una científica que investiga sobre los efectos de la radiación electromagnética en la salud y cada vez estoy más preocupada por el hecho de que un número creciente de centros escolares están instalando redes de Wi-Fi y poniendo a disposición de las estaciones base de antenas de telefonía móvil sus centros escolares.

El Gobierno Federal del Canadá (Ministerios de Industria y Sanidad), así como los suministradores de esta tecnología les dirán a ustedes que es segura, siempre que los niveles de exposición a las radiaciones de sus radiofrecuencias se mantengan por debajo de los niveles recomendados por el Gobierno Federal.

Esta información, además de no estar actualizada, es incorrecta, como lo atestiguan un número creciente de artículos científicos que informan de efectos biológicos nocivos para la salud por debajo de los niveles máximos recomendados en nuestro Código de Seguridad 6 (véase www.bioinitiative.org) y el creciente número de organizaciones científicas y médicas que están reclamando la aplicación de recomendaciones más estrictas.

Por estas razones, es irresponsable introducir la radiación de microondas Wi-Fi en el entorno escolar donde niños/as de corta edad pasan horas diariamente.

DATOS:

1.RECOMENDACIONES:
 Las recomendaciones sobre niveles máximos de exposición a las radiaciones de microondas (que son las utilizadas en la tecnología Wi-Fi) varían según el país del mundo de que se trate en cinco órdenes de magnitud. Las directrices más restrictivas son las de Salzburgo, Austria, y recientemente también las de Liechtenstein. En estos países la recomendación es de no superar 0,1 microwatios/cm2. Véase el breve video. ¡En Suiza la recomendación es de no superar 1 microwatio y en Canadá es de 1000 microwatios/cm2!

¿Por qué Canadá tiene recomendaciones que son mucho más permisivas que otros países? Las recomendaciones de Canadá se basan en el efecto térmico a corto plazo (exposición de 6 minutos). Se asume que si esta radiación no eleva la temperatura de los tejidos del cuerpo es “segura”. Pero esto no es correcto. Se ha documentado la existencia de efectos a niveles muy inferiores de los que producen una elevación de la temperatura corporal. Véase el informe adjunto: Analysis of Health and Environmental Effects of Proposed San Francisco Earthlink Wi-Fi Network (2007). Estos efectos biológicos comprenden una mayor permeabilidad de la barrera hemato-encefálica, una mayor afluencia de Calcio, un aumento de las roturas de ADN y del cáncer, la inducción de proteínas de estrés y daños en los nervios. La exposición a esta energía se asocia con alteraciones de los leucocitos en los niños/as de edad escolar; leucemia infantil; trastornos de las funciones motoras, del tiempo de reacción y de la memoria, dolores de cabeza, vértigo, fatiga, debilidad e insomnio.

2. ELECTROHIPERSENSIBILIDAD: un segmento creciente de la población se ve afectado nocivamente por estas frecuencias electromagnéticas. Su enfermedad se conoce como la “electrohipersensibilidad” (EHS) y está reconocida como discapacidad en Suecia. La Organización Mundial de la Salud (OMS) la define como sigue:

“…fenómeno por el cual algunas personas experimentan efectos nocivos para la salud cuando usan o se encuentran en la proximidad de dispositivos que generan campos eléctricos, magnéticos o electromagnéticos (CEMs)… la EHS es un problema real y a veces debilitante para las personas afectadas, a pesar de que el nivel de CEM en su entorno habitual no sea mayor que el que se encuentra en otros medios ambientes normales. Los niveles de exposición que pueden tolerar estas personas son varios órdenes de magnitud inferiores a los límites aceptados internacionalmente como norma”-

El Departamento de Sanidad de Canadá reconoce en su recomendación del Código de Seguridad 6 que algunas personas son más sensibles que otras a esta forma de energía, pero que todavía no han tratado de resolver el problema con una revisión de sus recomendaciones.

Los síntomas de EHS comprenden trastornos del sueño, fatiga, dolores, nauseas, afecciones cutáneas, problemas oculares y auditivos (tinitus), vértigo, etc. Se calcula que el 3% de la población está gravemente afectada y otro 35% tiene síntomas moderados. La exposición prolongada puede estar asociada al desarrollo de la sensibilización y por esta razón es imperativo que se minimice todo lo posible la exposición de los niños y niñas a la radiación de microondas (Wi-Fi y teléfonos móviles).

3. SENSIBILIDAD DE LOS NIÑOS Y NIÑAS: los niños y niñas son más sensibles a los contaminantes ambientales entre los que figura la radiación electromagnética. El Informe Stewart (2000) recomendó que los niños/as no usaran teléfonos móviles excepto en emergencias. El teléfono móvil expone su cabeza a la radiación de microondas. La conexión inalámbrica a internet (Wi-Fi) expone toda la parte superior del cuerpo y, si se coloca el ordenador portátil sobre la pantorrilla, también quedan expuestos los órganos reproductivos. Evidentemente esto no es recomendable, especialmente para los adolescentes y niños/as de menor edad. Por esta razón es necesario desaconsejar el uso de la tecnología inalámbrica por los niños/as, sobre todo en la escuela primaria. Esto no significa que los estudiantes no puedan conectarse a internet. Sólo quiere decir que el acceso a internet tiene que ser mediante cableado en lugar de por el aire (inalámbrico, Wi-Fi).

4. Desmantelamiento del Wi-Fi: la mayor parte de la gente no quiere vivir cerca de las antenas de una estación base de telefonía móvil o de Wi-Fi por motivos de salud. Sin embargo cuando se usa el Wi-Fi (routers inalámbricos) dentro de un edificio es equivalente a tener una antena instalada en el interior del edificio en lugar de en el exterior, lo cual es potencialmente mucho peor con respecto a la exposición a las microondas, ya que usted se encuentra más cerca de la fuente de emisión.

Las bibliotecas de Francia están quitando el Wi-Fi debido a la preocupación tanto de la comunidad científica como de los empleados y usuarios de las bibliotecas.

La Junta Escolar de la ciudad de Vancouver (VSB) aprobó una resolución en enero de 2005 que prohíbe la instalación de antenas de telefonía móvil en un radio de 1000 pies (305 metros) de los centros escolares.

Palm Beach, Florida, Los Ángeles, California, y Nueva Zelanda han prohibido las antenas y estaciones base de telefonía móvil cerca de las escuelas por motivos de seguridad. La decisión de no colocar antenas cerca de las escuelas se basa en la probabilidad de que los niños/as sean más susceptibles a este tipo de radiación. ¡Es obvio que, si no queremos antenas “cerca” de los centros escolares, con toda seguridad no vamos a querer antenas “dentro” de las escuelas! La ruta más segura es tener acceso a internet a través de cables y no por tecnologías inalámbricas. Si bien esa alternativa es más costosa a corto plazo, es la alternativa menos cara a largo plazo si incluimos el factor del coste en problemas de salud tanto para el personal docente como para los niños y niñas.

5. RECOMENDACIONES: Diversos países y organizaciones han establecido recomendaciones para limitar el uso del teléfono móvil, entre ellos, el Reino Unido (2000), Alemania (2007), Francia, Rusia, India y Bélgica (2008), así como el Departamento de Salud de Toronto (julio de 2008) y el Instituto de Cáncer de Pittsburgh (julio de 2008). Si bien estas recomendaciones se refieren al uso del móvil, son aplicables también a la exposición al Wi-Fi, ya que ambos utilizan la radiación de microondas. Es más, los ordenadores con Wi-Fi exponen una parte mayor del cuerpo a esta radiación que los teléfonos móviles.

6. PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN: Incluso quienes no “aceptan” la ciencia que muestra los efectos biológicos nocivos de la exposición a las microondas tienen que reconocer la necesidad de tener cuidado cuando se trata de la salud de los niños/as. Esta es la razón por la que tenemos el Principio de Precaución, que declara:

A fin de proteger el medio ambiente, los Estados, según su capacidad, deben recurrir a una amplia aplicación del Principio de Precaución. Cuando existan amenazas de daños graves e irreversibles, no se debe utilizar la falta de certidumbre científica total como excusa para aplazar medidas eficaces en relación al coste encaminadas a prevenir la degradación del medio ambiente.

En este caso donde dice “Estados” debe incluirse las Juntas de Gobierno Escolares y a todas las personas que adoptan decisiones relacionadas con la salud de los niños/as.

Los dos entornos ambientales más importantes en la vida de un niño o niña son el hogar (sobre todo su dormitorio) y la escuela. Por esta razón es imperativo que estos dos entornos se mantengan tan seguros como sea posible. Si vamos a cometer un error, por favor, que ese error sea inclinarnos por la excesiva precaución.

Presentado atentamente:

Dra. Magda Havas,
Catedrática
Universidad de Trent
5 de mayo de 2009

TELEFONÍA Y LÍNEAS ELÉCTRICAS

TELEFONÍA Y LÍNEAS ELÉCTRICAS

Agosto 2005


RADIACIONES ELECTROMAGNÉTICAS
TELEFONÍA MÓVIL Y LÍNEAS ELÉCTRICAS

¿Quién tiene razón: los portavoces de las empresas que insisten que no existe ningún riesgo para salud en las personas expuestas a sus radiaciones, sin demostrarlo, o los investigadores y expertos que muestran datos de que sí existen claros indicios de riesgo?

LAS RADIACIONES DE LOS TELÉFONOS MÓVILES Y DE LAS LÍNEAS ELÉCTRICAS ROMPEN EL ADN EN LOS CULTIVOS CELULARES.

Los cultivos de células mantenidas en laboratorios se ven afectadas cuando se las somete a radiaciones de la misma intensidad que las creadas por los teléfonos móviles. Este efecto va más allá del calentamiento por las emisiones, según recoge el Proyecto Reflex, un trabajo financiado por la Unión Europea con 3,2 millones de Euros que ha durado cuatro años y en el que han participado grupos de investigadores de siete países.

Los participantes en el Proyecto Reflex, cuyos resultados acaban de ser enviados a la Comisión Europea, han estudiado desde Febrero de 2000 hasta Mayo de 2005 los efectos de los campos electromagnéticos de ambientes urbanos industrializados sobre células.

Han analizado dos tipos de campos: las bajas frecuencias, es decir, iguales o inferiores a 50 hertzios, que son las que emiten los transformadores, las líneas eléctricas de alta, media o baja tensión; y las altas, iguales o por debajo de 1 gigaherzio, que son las microondas de la telefonía móvil, tanto de las antenas como de los propios teléfonos móviles.

El proyecto Reflex sólo ha estudiado los niveles iguales o menores que se consideran seguros para el público en general, no por encima, y si en esos límites biofísicos había respuesta celular, de forma que cada grupo de trabajo se ha encargado de una parte y al español, compuesto por siete personas, le ha correspondido el análisis de las membranas de las células madre neuronales procedentes de ratas de 16 días.

Los doce grupos participantes han analizado células madre procedentes de ratones, cancerosas cultivadas en laboratorio y sanguíneas de voluntarios humanos.

El equipo español ha sido dirigido por Ángeles Trillo, del servicio de Bioelectromagnetismo del hospital Ramón y Cajal. En los ensayos se reproducían las condiciones de las radiaciones similares a las que emiten los teléfonos móviles o las líneas de alta tensión y transformadores eléctricos.

La conclusión de este trabajo, corrobora los resultados de muchos otros trabajos de investigación precedentes, y muestra que la exposición a las radiaciones de los teléfonos móviles y líneas eléctricas o transformadores por debajo de los límites que se consideran inocuos provocan modificaciones celulares y en el ADN.

La directora del equipo español, Ángeles Trillo, explicó que un estudio de la trascendencia de este, a pesar de los resultados, no tendrá continuación porque su financiador, la Comisión Europea, así ha decidido o seguir financiándolo después de ver los resultados obtenidos.

A juicio de Trillo, lo que es incontestable es que los teléfonos móviles «se utilizan mucho» y que «tienen efectos biológicos a nivel celular y molecular y que hay que seguir estudiándolo».

«Si el móvil solo recibiese no habría problema, el problema es que emite, y nuestra cabeza está en medio», resumió Alejandro Úbeda, experto en biofísica y miembro del servicio de Bioelectromagnetismo del hospital madrileño Ramón y Cajal.

La respuesta ha sido distinta según la edad de los donantes: cuanto más viejo era el sujeto había más modificación celular.

Según Raúl de la Rosa, uno de los expertos más reconocidos de nuestro país y perito en distintos juicios que se han ganado en contra de las companías eléctricas y de telefonía: «Con este trabajo ha quedado demostrado que a los niveles considerados seguros hay efectos celulares y en el ADN, con lo cual la normativa actual debería ser revisada inmediatamente y adecuarla a los valores que los científicos independientes vienen exigiendo desde hace años en base a las investigaciones realizadas. Es decir, los límites «seguros» no son seguros, esto es seguro, tal como indica la numerosa literatura científica disponible en la actualidad».

Alberto Arrate es uno de los abogados con más experiencia en nuestro país en relación a antenas de telefonía. Hace seis años ganó la primera sentencia judicial en España en contra de una compañía de telefonía por motivos de salud. En una sentencia sin precedentes en toda Europa, el juez dio la razón hace unos años a un vecino de Erandio en cuanto a los posibles riesgos a los que podía estar sometida su familia, en concreto, su hija de siete años. Basándose en las mediciones realizadas por Raúl de la Rosa, en el caso de Erandio lo más trascendente es que se determinó que podía haber efectos y agravamiento en la patología de una niña expuesta, debido a los valores de radiación existentes, y que mientras no estuviese demostrada la inocuidad, la invasión de radiaciones de esa antena era ilegítima.
«No existe es un sólo informe científico que asegure la inocuidad ­explica Alberto Arrate-. Sí hay, en cambio, cada vez más informes que advierten que la preocupación es clara. Un reciente estudio dirigido por William Stewart, sobre la seguridad de los teléfonos móviles realizado por el Consejo Nacional de Protección Radiológica del Reino Unido (NRPB), desaconseja a los padres el uso de estos aparatos por parte de sus hijos de menos de 8 años. Son datos mucho más preocupantes que antes».

Según Raúl de la Rosa «tal como los jueces han dictaminado en la sentencia del transformador de Murcia que se encuentra actualmente en el Supremo, la compañía debe eliminar absolutamente el campo electromagnético con que Iberdrola invade la vivienda afectada por la radiación del transformador. Opino que no hay dosis segura, pues las investigaciones cada vez indican valores más bajos en los cuales se detectan anomalías, por lo que efectivamente estas compañías deben cesar de invadir nuestros domicilios con radiaciones sean del tipo que sean».

Alberto Arrate explica que «Las compañías aseguradoras no aseguran a las compañías que emiten campos electromagnéticos los daños por esos campos, pues el día de mañana podría haber un desbordamiento de solicitudes por daños y las compañías no quieren correr con ese riesgo. Hoy en día hay 37 millones de móviles en España. Si el día de mañana comienzan a aparecer enfermedades derivadas de su uso, las compañías hacen un crack. Existe, por ejemplo, una cláusula de Vodafone que hace constar que en su póliza no quedan cubiertas las responsabilidades legales con respecto a daños personales, enfermedad, incapacidad de cualquier tipo, muerte… o cualquier síntoma mental o físico causado o supuestamente causado o contribuido por uso continuado de teléfonos móviles. Creo que es un dato bastante significativo por sí mismo. Si excluyes un riesgo es porque éste es probable».

El 8 de Marzo pasado se celebró uno de los juicios más relevantes, en Estella (Navarra), en relación a los efectos de las radiaciones sobre la salud de 21 personas expuestas.
En este juicio han intervenido como peritos por parte de los afectados, los mayores expertos en el ámbito de la investigación sobre radiaciones: José Luis Bardasano, Claudio Gómez-Perretta, Carlos Beltrán, Juan Álvarez Ude y Raúl de la Rosa.
De 24 personas que vivían en un inmueble situado en Estella, 21 han padecido distintos graves trastornos, que han llevado a 5 de ellos a la muerte. Otros, padecen enfermedades crónicas. Solamente 3 de ellas, según las mediciones realizadas por el técnico Raúl de la Rosa y aceptadas en el juicio, no estaban expuestas. «Precisamente estas tres personas ­explica de la Rosa- son las únicas de todo el inmueble que no padecen ningún tipo de trastorno. Es decir, el 100% de los afectados por la radiación del transformador padece algún tipo de enfermedad o ha fallecido. Estamos hablando de una auténtica epidemia. Si se hiciera un estudio epidemiológico de personas que viven encima de un transformador de una compañía eléctrica veríamos si se confirman estos estremecedores datos. Mi opinión, basándome en los casos que he visto en mi dilatada experiencia es que el número de trastornos de salud sería superior al de la población no expuesta. Pero, claro, este tipo de estudios que probablemente indique ciertos riesgos son de los que nunca se hacen. Un ejemplo reciente lo tenemos en la retirada de la financiación del Proyecto Reflex, cuando los resultados han sido contrarios a los intereses de las compañías».

Por su parte el investigador Alejandro Úbeda en relación a esta investigación destacó que: «Lo que parece raro es que después de encontrar estos resultados, no se profundice en ellos, y se cierre la carpeta y no se financie su continuación. La respuesta celular se produce no sólo por el calor generado por las microondas, algo ya sabido, sino por algo más y el mecanismo que los genera es desconocido».

La directora del equipo español del Proyecto Reflex, Ángeles Trillo, explicó en relación a la no continuidad de la investigación que «No está claro él porqué. La unión Europea establece sus prioridades pero hay muchos factores implicados y cómo no pensar que hay presiones para que estos estudios no sigan porque pueden crear una alarma social muy grande» subrayó Trillo.

«Ante la acumulación de investigaciones, estudios y datos preocupantes, ante la duda razonable», advierte Raúl de la Rosa, «hay que aplicar el principio de precaución».

Uno de los regalos más pedidos a los reyes magos cada navidad es el telefonía móvil. De hecho, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2003 disponía de teléfono celular propio uno de cada tres niños entre 10 y 14 años. Algunos estudios apuntan que las frecuencias emitidas por los teléfonos móviles podrían afectar al desarrollo del tejido craneal de los niños.

Las autoridades del Reino Unido han retirado el primer celular diseñado para niños, que se había puesto a la venta hace meses, era de fácil manejo y de materiales resistentes y estaba destinado a niños entre cuatro y ocho años. La prohibición de este móvil infantil se produce después de que el presidente del Consejo Nacional de Protección Radiológica (NRPB, siglas en inglés) y de la Agencia de Protección de la Salud del Reino Unido, el catedrático de Biología Sir Willian Stewart, mostrase su preocupación por los efectos de los móviles sobre la salud tras la publicación de dos nuevos estudios científicos.

Los niños serían más vulnerables que los adultos dado que sus cráneos son más delgados y absorben más fácilmente las radiaciones.

En el informe Stewart publicado en mayo de 2000, se hacía hincapié en que la industria de la telefonía «debe abstenerse de promocionar el uso del teléfono móvil entre los niños», una exigencia que el experto británico volvió a reiterar en una rueda de prensa. «No creo que podamos poner nuestras manos sobre el corazón y decir que los teléfonos móviles son seguros», señaló el científico en unas declaraciones recogidas por la edición digital del diario británico The Times. (http://www.timesonlie.co.uk)

El primer estudio que ha llevado al Presidente de la Agencia de Protección de la Salud del Reino Unido, Sir William Stewart, a reiterar su mensaje de que no les permita a los niños utilizar el teléfono móvil es el proyecto europeo Reflex. El médico del Hospital La Fe e investigador en Salud Pública, Claudio Gómez-Perretta, señala que los resultados de este estudio sobre células humanas cultivadas en laboratorio «muestran como las radiaciones de los móviles -aún por debajo de los límites de seguridad actual de 2 vatios por kilogramo- altera el ADN de dichas células y provoca la aparición de genes anómalos procancerígenos».

El segundo informe al que alude Stewart proviene del Instituto Karolinska de Suecia, donde científicos de esta prestigiosa institución publicaron el pasado octubre un estudio que revela que en las personas que han usado móviles durante 10 años o más se incrementa el riesgo de desarrollar un neurinoma acústico, un tumor benigno que puede considerarse como serio por su posición cercana al tejido cerebral.

Gómez-Perretta explica que «en realidad no se han hecho ningún estudio específico en niños, pero la energía es por unidad de volumen y por lo tanto los cráneos más pequeños como los de los niños absorben más energía. Es decir, si se encuentran efectos entre los adultos, en los niños se pueden multiplicar». Además, el niño que tenga un móvil, a la larga experimentará un mayor tiempo de exposición a las ondas electromagnéticas que los adultos actuales, puesto que cuando tenga 30 ó 40 años ya llevará varias décadas usando celulares, factor este que creo yo de enorme trascendencia», concluye.

Como vemos la gran mayoría de expertos y científicos advierten la elevada posibilidad de que existan riesgos en las personas expuestas a las radiaciones generadas por las compañías eléctricas y de telefonía móvil.
¿Precaución, prevención, solución o dejamos que nos sigan irradiando?

Para más información: Contaminación electromagnética: Las radiaciones y sus efectos sobre la salud. Raúl de la Rosa. Ed. Terapión. Telefonía móvil. Raúl de la Rosa. Fundación GEA. Tel: 963 741 520. www.contaminacionelectromagnetica.org

LAS RADIOFRECUENCIAS NO SON INOCUAS

LAS RADIOFRECUENCIAS NO SON INOCUAS

Las radiofrecuencias no son inocuas
Claudio Gómez Perretta. Valencia (*)

Estudios epidemiológicos,asociaron en el pasado insomnio y leucemia en niños expuestos crónicamente a las ondas de la radio-TV( rango de la Telefonía Móvil analógica) y también por la exposición al rádar(rango similar a la digital).

Por otro lado, se utiliza médicamente la capacidad diatérmica de las microondas para calentar tejidos interiores (rehabiltación muscular…) que disminuye con el aumento de la frecuencia hasta ser casi nula en la región del infrarrojo. De esta forma, no tiene sentido argumentar inocuidad en base a que la región espectral de las microondas sea energéticamente muy inferior a la del infrarrojo, luz visible o ultravioleta ya que estas radiaciones disipan toda su energía en superficie calentandonos la piel pero sin llegar como las microondas a penetrar los tejidos y calentar en profundidad.

Por este mecanismo, la radiación del móvil atravesaría con facilidad la piel, el celular subcutaneo y el cráneo para calentar las meninges y el cerebro(más en los niños por su mayor contenido en agua) hasta unas décimas de grado y producir un secundario mecanismo compensador de enfriamiento por aporte de sangre(vasodilatación).

Algunos investigadores, señalan que esta vasodilatación explicaría el aumento de la permeabilidad de la barrera hematoencefálica(proteje la circulación cerebral del resto del organismo) y la cefalea descrita en usuarios de móviles.

Otro argumento más falaz si cabe es negar de forma absoluta la existencia de efectos por otros mecanismos distintos del calentamiento. Por ejemplo, la prestigiosa revista IEEE ya en junio de 1972 clasificaba a los efectos por microondas en térmicos y no térmicos que sirvió para reducir 1000 veces los niveles de exposición en la URRS hasta 10 microwatios/cm2. Es decir, no basta con separarse unos metros de la antena para evitar una hipertermia sino que la acción pulsante de las ondas puede producir alteraciones en la fisiología celular por debajo de la densidad de potencia capaz de elevar la temperatura

De todo esto, se deducen dos aspectos fundamentales, la necesidad de bajar los niveles de exposición residencial al MINIMO posible, hasta valores incluso inferiores a 0.1 microwatios/cm2 y «acercar» la estación al móvil para que este trabaje con la mínima potencia posible evitando una sobreirradiación del usuario.


(*) Investigador biomédico, Centro Investigación, Hospital Universitario LA FE

RIESGOS DEL TELÉFONO MÓVIL

RIESGOS DEL TELÉFONO MÓVIL

¿Por qué tenemos dos oídos?

Raúl de la Rosa

La televisión, radio y prensa nos bombardean con sutiles anuncios sobre el teléfono móvil: Àpor qué tenemos dos oídos? A partir de ahora, seguramente para oír por uno de ellos las bondades y maravillas del uso del teléfono móvil y por el otro para escuchar los posibles riesgos a los que nos somete su uso.

La creciente campaña publicitaria, sabiamente unida a factores socio-psicológicos, ha generado la aparente «necesidad» de tener un teléfono móvil. Comienza a ser habitual escuchar los pitidos de los teléfonos en cualquier lugar, desde el supermercado hasta los bares, aunque la falta de respeto hacia los demás llega a cotas inquietantes cuando en una conferencia, en un concierto, en un hospital o en la biblioteca oímos el timbre de la llamada e incluso la conversación del usuario. Por todo esto es importante una mayor información sobre la dependencia y los posibles efectos de este creciente fenómeno social. Estar permanentemente «conectados al mundo» genera una dependencia casi patológica en algunos usuarios. Aunque actualmente ya existen cerca de 100 millones de abonados en el mundo, esto es sólo el comienzo, las previsiones para los próximos años de nuevos abonados dispararán esta cifra.

¿Usar un teléfono móvil repetidamente supone un riesgo para la salud? Intentaremos a lo largo de este boletín desvelar estas incógnitas descubriendo qué es un teléfono móvil, cómo funciona y de que modo puede afectarnos, recorriendo los estudios e investigaciones realizados hasta la fecha.

Pero, de dónde procede este posible riesgo inexistente en el teléfono clásico. Qué diferencia existe entre el teléfono clásico y el móvil. Es fácil observar que éste es un enlace sin contacto material, es decir, sin cable o hilos. Su medio de transmisión es el aire, a través de él se trasladan las ondas electromagnéticas generadas artificialmente. El teléfono móvil lleva incorporado un pequeño emisor-receptor cuya función es enlazar con una estación, a su vez emisora-receptora situada de forma estratégica, normalmente en lo alto de fincas habitadas. Esta estación-antena esté a su vez conectada a la red telefónica convencional.

El tamaño de los teléfonos ha ido reduciéndose paulatinamente, lo cual ha permitido su rápida expansión. La digitalización de las señales transmitidas también ha mejorado la calidad, aunque la audición sigue siendo bastante defectuosa en comparación con la calidad que presenta hoy en día el teléfono clásico. El sistema més utilizado en Europa es el GSM (Global system for mobile communications). Este sistema opera en la banda de los 900 MHz, exactamente entre 890 y 915 MHz en la emisión y entre 935 y 960 en la recepción que codifica la voz según un flujo de 13,5 kb/s. Precisamente, el problema fundamental de los portátiles radica en la digitalización del sistema, así pues, los portátiles emiten la radiación directamente al aire sin ninguna clase de blindaje, ni protección, y es obvio que lo mas cercano al teléfono es la cabeza del usuario que esta en contacto directo con él. Los teléfonos portátiles no emiten la misma dosis de radiación cuando están a la espera, sino que llega a sus máximos picos cuando reciben o efectúan una llamada. La radiación de microondas, entre otros fenómenos atérmicos, calienta las células de la piel y del cerebro situadas en la proximidad del foco emisor. Algunas investigaciones apuntan que pueden ser responsables de cánceres de piel y de cerebro, enfermedad de Alzheimer, cataratas, problemas nerviosos, dolor de cabeza e insomnio. Estos últimos síntomas son bien conocidos por muchos de los usuarios de teléfonos móviles.

Otro riesgo nada desdeñable nos llega de un estudio realizado por un equipo científico de la Universidad de Toronto (Canadá) con el aval de la Universidad de Harvard y del Centro Medico Beth Israel Deaconess de Boston. Esta investigación indica que el uso del teléfono móvil mientras se conduce supone un riesgo de accidentes de trafico similar al hecho de conducir con el limite legal de alcohol en la sangre. Según los resultados obtenidos por sus responsables, los doctores Donald Redelmeier y Robert Tibshirani, el riesgo de accidente es de casi cinco veces mayor de la media habitual cuando la persona ha estado hablando por el teléfono móvil entre uno y cinco minutos durante la conducción del vehículo.

La red de telefonía digital

La red de telefonía móvil celular se ha ido expandiendo gracias a la instalación de multitud de estaciones base celulares; estas están situadas en forma de una retícula similar a un panal. Estas estaciones son instalaciones consistentes en un sistema de antenas que se sitúan, tanto en la cubierta o en la fachada de los edificios, como en torres de zonas rurales.

Para utilizar el mayor numero de conexiones posibles se han colocado emisores de poca potencia que permiten reutilizar las mismas frecuencias, ya que éstas se dividen entre los relés de forma que a zonas vecinas les correspondan siempre frecuencias diferentes. Estas frecuencias en uso también pueden ser utilizadas al mismo tiempo en otras zonas lo suficientemente alejadas como para evitar perturbaciones en la emisión, con lo cual se eleva el numero de enlaces posibles. Estos emisores cubren un área pequeña, por lo que son necesarias una gran cantidad de antenas para ofrecer una aceptable cobertura. Actualmente también se utiliza la banda de 1.800 MHz, lo cual permite la penetración de la microonda en el interior de los edificios, pero para ello son necesarias áreas de cobertura más pequeñas, es decir un mayor número de enlaces.

Hasta la fecha aún no se ha conseguido, a pesar de años de constataciones a través de estudios, investigaciones, resoluciones de la Comunidad Europea, divulgación, etc., una normativa coherente que regule la emisión de radiaciones de extremada baja frecuencia generadas por líneas de transporte eléctrico, transformadores, electrodomésticos, etc. Nos encontramos ante una situación de tal o incluso de mayor envergadura? No es cuestión de esperar a que pasen 20 años para demostrar los riesgos derivados por su uso y exposición, la administración debería tomar cartas en el asunto y comprobar fehacientemente la inocuidad de cualquier nuevo elemento que se introduzca en el medio ambiente. La frase de mas vale prevenir…, sigue siendo valida en este y otros casos lamentablemente acaecidos en los últimos años; sin embargo, en muchas ocasiones nos encontramos con la callada por respuesta.

De todas partes de la península recibimos llamadas de personas preocupadas por la presión de las compañías de telefonía móvil para instalar una antena en su azotea o en las proximidades de sus casas. También sucede que otras personas tienen noticias del posible riesgo que puede suponer una antena en las cercanías de su vivienda, cuando ya han dado el permiso para instalarla. En estos casos la angustia es mayor, y la necesidad de obtener información más urgente si cabe. Algunas familias ante la irreversibilidad de la situación, es decir al no poder ejercer ningún tipo de presión legal para que les retiren o impidan que les coloquen la antena, han decidido trasladarse, ante las dudas del pretendido aislamiento que proponen las compañías, especialmente cuando observan que varios de los vecinos comienzan a mostrar ciertos síntomas característicos de la exposición a campos electromagnéticos después de la colocación de las antenas que, curiosamente, desaparecen cuando se alejan de ellas. Según los vecinos los problemas más habituales son el insomnio, las migrañas, cansancio y percepción de zumbidos.

Las presiones de algunos de los vecinos que se niegan a que les coloquen un sistema de antena en su finca (aunque la mayoría solo ven en este asunto la parte lucrativa, ya que las compañías ofrecen a los vecinos elevadas sumas de dinero por permitir la colocación de las antenas y la servidumbre de paso a la azotea) han llevado a las compañías de telefonía móvil a ofrecer un blindaje de la azotea con lo cual el problema, según alegan, desaparece. Veamos su formula: aislamiento térmico y acústico de fibra de vidrio (35 mm), poliester (3 mm) y poliuretano y una chapa de acero. Sin embargo, en ningún caso garantizan que este blindaje aísle de la radiación de microondas, aunque como podemos ver puede ser un buen aislamiento térmico, lo cual en este caso tiene poca relación.

En algunos casos, los vecinos comentan que la compañía intenta presionarles cuando se oponen a la colocación de la antena, diciéndoles que en caso de que se nieguen la colocaran en la finca de enfrente y, de esta manera, no tendrán la protección del supuesto apantallamiento de la azotea y la radiación les llegara de pleno, además de no recibir la compensación económica que reciben si permiten situar las antenas en su azotea.

Algunas asociaciones de vecinos han comenzado a preocuparse por la posible repercusión sobre la salud. Incluso algunos hoteles y hospitales se han negado a la colocación de la antena cerca de su edificio, ya que creen que sus clientes con marcapasos pueden verse afectados, al igual que sus sistemas electrónicos. Las compañías han tenido que anular varios expedientes de colocación de antenas al negarse los vecinos de las fincas elegidas. Es mas, ante la denuncia en el juzgado de varios vecinos para impedir la instalación la compañía ha retirado su pretensión. En uno de los casos se trataba de torres de 4 antenas colineales tipo bandeja con la consabida frecuencia de microondas 900 MHz y una potencia 170 watios. Además. hay que considerar que el peso de la instalación puede llegar a varias toneladas, lo cual también crea cierta inquietud entre los vecinos.

El motivo principal de la gran expansión y el apoyo administrativo se debe a la facilidad y al bajo coste de las antenas en comparación con la red telefónica por cable. Quizás, el hipotético riesgo al que puede verse sometido el usuario y sus alrededores, tanto del propio teléfono como de la antena zonal, podría minimizarse con proyectos de comunicación vía satélite que reduciría la incidencia de la radiación, en estos momentos se hayan en un avanzado estado de estudio y esperemos que en breve sean operativos. Otras alternativas vienen de la mano de Internet, cuya amenaza sobre el monopolio de las comunicaciones es cada día una realidad más próxima, debido a la transmisión de la voz a través de sus redes informáticas.

Estudios gubernamentales, soluciones personales

Ante la preocupación popular y para determinar el alcance del problema, varios países han decidido destinar fondos a su investigación. Por su parte, la Comunidad Europea esta elaborando un programa de investigación de cara a los próximos cinco años con un importe de varios miles de millones de pesetas. En lo que respecta a la epidemiología se van a lanzar diversos estudios para determinar si los usuarios de teléfonos móviles están más sujetos que los que no los usan a tumores cerebrales. Efectivamente, esta relación causa-efecto podría quedar en evidencia mediante estudios epidemiológicos, aunque lamentablemente este tipo de estudios implica que un cierto sector de la población ya puede encontrarse afectada y debido a los enormes intereses que se esconden detrás; mucho nos tememos que sólo sirvan para dilatar el problema en el tiempo.

No obstante, los estudios epidemiológicos necesitarán que pasen aún varios años para poder hacer análisis comparativos rigurosos entre usuarios y no usuarios en las enfermedades de larga latencia. De alguna forma los usuarios de portátiles y los vecinos de las antenas base son las cobayas de un experimento a gran escala. A este respecto, es importante recordar los sucesivos escándalos con otras radiaciones y productos introducidos en el medio ambiente sin la necesaria previa comprobación de su inocuidad y los miles de personas afectadas por su culpa.

En principio, mientras no se demuestre fehacientemente su inocuidad o se aporten soluciones para evitar esta radiación tan cercana al organismo y especialmente al cerebro, se impone la prudencia y limitar lo máximo posible el uso de los portátiles digitales. Las zonas más cercanas a las antenas, ya sean del teléfono o las de las estaciones base, contienen la mayoría de la energía, aunque esta disminuye conforme aumenta la distancia con respecto a la antena, lo cual en el caso del teléfono no es posible, a menos que se utilice un cable con micrófono que nos separe de la antena. Para reducir la dosis de radiación sobre el cerebro la División de Ciencias Aplicadas de Cambridge ha diseñado un teléfono celular de manos libres con un sistema electrónico que al menos reduce los valores de absorción de energía electromagnética por parte del cerebro. De cualquier forma, no hay que olvidar que, en cuanto al uso del teléfono, la decisión de exponerse o no depende de uno mismo, al menos a las dosis de mayor intensidad.