Las radiofrecuencias no son inocuas
Claudio Gómez Perretta. Valencia (*)
Estudios epidemiológicos,asociaron en el pasado insomnio y leucemia en niños expuestos crónicamente a las ondas de la radio-TV( rango de la Telefonía Móvil analógica) y también por la exposición al rádar(rango similar a la digital).
Por otro lado, se utiliza médicamente la capacidad diatérmica de las microondas para calentar tejidos interiores (rehabiltación muscular…) que disminuye con el aumento de la frecuencia hasta ser casi nula en la región del infrarrojo. De esta forma, no tiene sentido argumentar inocuidad en base a que la región espectral de las microondas sea energéticamente muy inferior a la del infrarrojo, luz visible o ultravioleta ya que estas radiaciones disipan toda su energía en superficie calentandonos la piel pero sin llegar como las microondas a penetrar los tejidos y calentar en profundidad.
Por este mecanismo, la radiación del móvil atravesaría con facilidad la piel, el celular subcutaneo y el cráneo para calentar las meninges y el cerebro(más en los niños por su mayor contenido en agua) hasta unas décimas de grado y producir un secundario mecanismo compensador de enfriamiento por aporte de sangre(vasodilatación).
Algunos investigadores, señalan que esta vasodilatación explicaría el aumento de la permeabilidad de la barrera hematoencefálica(proteje la circulación cerebral del resto del organismo) y la cefalea descrita en usuarios de móviles.
Otro argumento más falaz si cabe es negar de forma absoluta la existencia de efectos por otros mecanismos distintos del calentamiento. Por ejemplo, la prestigiosa revista IEEE ya en junio de 1972 clasificaba a los efectos por microondas en térmicos y no térmicos que sirvió para reducir 1000 veces los niveles de exposición en la URRS hasta 10 microwatios/cm2. Es decir, no basta con separarse unos metros de la antena para evitar una hipertermia sino que la acción pulsante de las ondas puede producir alteraciones en la fisiología celular por debajo de la densidad de potencia capaz de elevar la temperatura
De todo esto, se deducen dos aspectos fundamentales, la necesidad de bajar los niveles de exposición residencial al MINIMO posible, hasta valores incluso inferiores a 0.1 microwatios/cm2 y «acercar» la estación al móvil para que este trabaje con la mínima potencia posible evitando una sobreirradiación del usuario.
(*) Investigador biomédico, Centro Investigación, Hospital Universitario LA FE