¿Por qué tenemos dos oídos?

Raúl de la Rosa

La televisión, radio y prensa nos bombardean con sutiles anuncios sobre el teléfono móvil: Àpor qué tenemos dos oídos? A partir de ahora, seguramente para oír por uno de ellos las bondades y maravillas del uso del teléfono móvil y por el otro para escuchar los posibles riesgos a los que nos somete su uso.

La creciente campaña publicitaria, sabiamente unida a factores socio-psicológicos, ha generado la aparente «necesidad» de tener un teléfono móvil. Comienza a ser habitual escuchar los pitidos de los teléfonos en cualquier lugar, desde el supermercado hasta los bares, aunque la falta de respeto hacia los demás llega a cotas inquietantes cuando en una conferencia, en un concierto, en un hospital o en la biblioteca oímos el timbre de la llamada e incluso la conversación del usuario. Por todo esto es importante una mayor información sobre la dependencia y los posibles efectos de este creciente fenómeno social. Estar permanentemente «conectados al mundo» genera una dependencia casi patológica en algunos usuarios. Aunque actualmente ya existen cerca de 100 millones de abonados en el mundo, esto es sólo el comienzo, las previsiones para los próximos años de nuevos abonados dispararán esta cifra.

¿Usar un teléfono móvil repetidamente supone un riesgo para la salud? Intentaremos a lo largo de este boletín desvelar estas incógnitas descubriendo qué es un teléfono móvil, cómo funciona y de que modo puede afectarnos, recorriendo los estudios e investigaciones realizados hasta la fecha.

Pero, de dónde procede este posible riesgo inexistente en el teléfono clásico. Qué diferencia existe entre el teléfono clásico y el móvil. Es fácil observar que éste es un enlace sin contacto material, es decir, sin cable o hilos. Su medio de transmisión es el aire, a través de él se trasladan las ondas electromagnéticas generadas artificialmente. El teléfono móvil lleva incorporado un pequeño emisor-receptor cuya función es enlazar con una estación, a su vez emisora-receptora situada de forma estratégica, normalmente en lo alto de fincas habitadas. Esta estación-antena esté a su vez conectada a la red telefónica convencional.

El tamaño de los teléfonos ha ido reduciéndose paulatinamente, lo cual ha permitido su rápida expansión. La digitalización de las señales transmitidas también ha mejorado la calidad, aunque la audición sigue siendo bastante defectuosa en comparación con la calidad que presenta hoy en día el teléfono clásico. El sistema més utilizado en Europa es el GSM (Global system for mobile communications). Este sistema opera en la banda de los 900 MHz, exactamente entre 890 y 915 MHz en la emisión y entre 935 y 960 en la recepción que codifica la voz según un flujo de 13,5 kb/s. Precisamente, el problema fundamental de los portátiles radica en la digitalización del sistema, así pues, los portátiles emiten la radiación directamente al aire sin ninguna clase de blindaje, ni protección, y es obvio que lo mas cercano al teléfono es la cabeza del usuario que esta en contacto directo con él. Los teléfonos portátiles no emiten la misma dosis de radiación cuando están a la espera, sino que llega a sus máximos picos cuando reciben o efectúan una llamada. La radiación de microondas, entre otros fenómenos atérmicos, calienta las células de la piel y del cerebro situadas en la proximidad del foco emisor. Algunas investigaciones apuntan que pueden ser responsables de cánceres de piel y de cerebro, enfermedad de Alzheimer, cataratas, problemas nerviosos, dolor de cabeza e insomnio. Estos últimos síntomas son bien conocidos por muchos de los usuarios de teléfonos móviles.

Otro riesgo nada desdeñable nos llega de un estudio realizado por un equipo científico de la Universidad de Toronto (Canadá) con el aval de la Universidad de Harvard y del Centro Medico Beth Israel Deaconess de Boston. Esta investigación indica que el uso del teléfono móvil mientras se conduce supone un riesgo de accidentes de trafico similar al hecho de conducir con el limite legal de alcohol en la sangre. Según los resultados obtenidos por sus responsables, los doctores Donald Redelmeier y Robert Tibshirani, el riesgo de accidente es de casi cinco veces mayor de la media habitual cuando la persona ha estado hablando por el teléfono móvil entre uno y cinco minutos durante la conducción del vehículo.

La red de telefonía digital

La red de telefonía móvil celular se ha ido expandiendo gracias a la instalación de multitud de estaciones base celulares; estas están situadas en forma de una retícula similar a un panal. Estas estaciones son instalaciones consistentes en un sistema de antenas que se sitúan, tanto en la cubierta o en la fachada de los edificios, como en torres de zonas rurales.

Para utilizar el mayor numero de conexiones posibles se han colocado emisores de poca potencia que permiten reutilizar las mismas frecuencias, ya que éstas se dividen entre los relés de forma que a zonas vecinas les correspondan siempre frecuencias diferentes. Estas frecuencias en uso también pueden ser utilizadas al mismo tiempo en otras zonas lo suficientemente alejadas como para evitar perturbaciones en la emisión, con lo cual se eleva el numero de enlaces posibles. Estos emisores cubren un área pequeña, por lo que son necesarias una gran cantidad de antenas para ofrecer una aceptable cobertura. Actualmente también se utiliza la banda de 1.800 MHz, lo cual permite la penetración de la microonda en el interior de los edificios, pero para ello son necesarias áreas de cobertura más pequeñas, es decir un mayor número de enlaces.

Hasta la fecha aún no se ha conseguido, a pesar de años de constataciones a través de estudios, investigaciones, resoluciones de la Comunidad Europea, divulgación, etc., una normativa coherente que regule la emisión de radiaciones de extremada baja frecuencia generadas por líneas de transporte eléctrico, transformadores, electrodomésticos, etc. Nos encontramos ante una situación de tal o incluso de mayor envergadura? No es cuestión de esperar a que pasen 20 años para demostrar los riesgos derivados por su uso y exposición, la administración debería tomar cartas en el asunto y comprobar fehacientemente la inocuidad de cualquier nuevo elemento que se introduzca en el medio ambiente. La frase de mas vale prevenir…, sigue siendo valida en este y otros casos lamentablemente acaecidos en los últimos años; sin embargo, en muchas ocasiones nos encontramos con la callada por respuesta.

De todas partes de la península recibimos llamadas de personas preocupadas por la presión de las compañías de telefonía móvil para instalar una antena en su azotea o en las proximidades de sus casas. También sucede que otras personas tienen noticias del posible riesgo que puede suponer una antena en las cercanías de su vivienda, cuando ya han dado el permiso para instalarla. En estos casos la angustia es mayor, y la necesidad de obtener información más urgente si cabe. Algunas familias ante la irreversibilidad de la situación, es decir al no poder ejercer ningún tipo de presión legal para que les retiren o impidan que les coloquen la antena, han decidido trasladarse, ante las dudas del pretendido aislamiento que proponen las compañías, especialmente cuando observan que varios de los vecinos comienzan a mostrar ciertos síntomas característicos de la exposición a campos electromagnéticos después de la colocación de las antenas que, curiosamente, desaparecen cuando se alejan de ellas. Según los vecinos los problemas más habituales son el insomnio, las migrañas, cansancio y percepción de zumbidos.

Las presiones de algunos de los vecinos que se niegan a que les coloquen un sistema de antena en su finca (aunque la mayoría solo ven en este asunto la parte lucrativa, ya que las compañías ofrecen a los vecinos elevadas sumas de dinero por permitir la colocación de las antenas y la servidumbre de paso a la azotea) han llevado a las compañías de telefonía móvil a ofrecer un blindaje de la azotea con lo cual el problema, según alegan, desaparece. Veamos su formula: aislamiento térmico y acústico de fibra de vidrio (35 mm), poliester (3 mm) y poliuretano y una chapa de acero. Sin embargo, en ningún caso garantizan que este blindaje aísle de la radiación de microondas, aunque como podemos ver puede ser un buen aislamiento térmico, lo cual en este caso tiene poca relación.

En algunos casos, los vecinos comentan que la compañía intenta presionarles cuando se oponen a la colocación de la antena, diciéndoles que en caso de que se nieguen la colocaran en la finca de enfrente y, de esta manera, no tendrán la protección del supuesto apantallamiento de la azotea y la radiación les llegara de pleno, además de no recibir la compensación económica que reciben si permiten situar las antenas en su azotea.

Algunas asociaciones de vecinos han comenzado a preocuparse por la posible repercusión sobre la salud. Incluso algunos hoteles y hospitales se han negado a la colocación de la antena cerca de su edificio, ya que creen que sus clientes con marcapasos pueden verse afectados, al igual que sus sistemas electrónicos. Las compañías han tenido que anular varios expedientes de colocación de antenas al negarse los vecinos de las fincas elegidas. Es mas, ante la denuncia en el juzgado de varios vecinos para impedir la instalación la compañía ha retirado su pretensión. En uno de los casos se trataba de torres de 4 antenas colineales tipo bandeja con la consabida frecuencia de microondas 900 MHz y una potencia 170 watios. Además. hay que considerar que el peso de la instalación puede llegar a varias toneladas, lo cual también crea cierta inquietud entre los vecinos.

El motivo principal de la gran expansión y el apoyo administrativo se debe a la facilidad y al bajo coste de las antenas en comparación con la red telefónica por cable. Quizás, el hipotético riesgo al que puede verse sometido el usuario y sus alrededores, tanto del propio teléfono como de la antena zonal, podría minimizarse con proyectos de comunicación vía satélite que reduciría la incidencia de la radiación, en estos momentos se hayan en un avanzado estado de estudio y esperemos que en breve sean operativos. Otras alternativas vienen de la mano de Internet, cuya amenaza sobre el monopolio de las comunicaciones es cada día una realidad más próxima, debido a la transmisión de la voz a través de sus redes informáticas.

Estudios gubernamentales, soluciones personales

Ante la preocupación popular y para determinar el alcance del problema, varios países han decidido destinar fondos a su investigación. Por su parte, la Comunidad Europea esta elaborando un programa de investigación de cara a los próximos cinco años con un importe de varios miles de millones de pesetas. En lo que respecta a la epidemiología se van a lanzar diversos estudios para determinar si los usuarios de teléfonos móviles están más sujetos que los que no los usan a tumores cerebrales. Efectivamente, esta relación causa-efecto podría quedar en evidencia mediante estudios epidemiológicos, aunque lamentablemente este tipo de estudios implica que un cierto sector de la población ya puede encontrarse afectada y debido a los enormes intereses que se esconden detrás; mucho nos tememos que sólo sirvan para dilatar el problema en el tiempo.

No obstante, los estudios epidemiológicos necesitarán que pasen aún varios años para poder hacer análisis comparativos rigurosos entre usuarios y no usuarios en las enfermedades de larga latencia. De alguna forma los usuarios de portátiles y los vecinos de las antenas base son las cobayas de un experimento a gran escala. A este respecto, es importante recordar los sucesivos escándalos con otras radiaciones y productos introducidos en el medio ambiente sin la necesaria previa comprobación de su inocuidad y los miles de personas afectadas por su culpa.

En principio, mientras no se demuestre fehacientemente su inocuidad o se aporten soluciones para evitar esta radiación tan cercana al organismo y especialmente al cerebro, se impone la prudencia y limitar lo máximo posible el uso de los portátiles digitales. Las zonas más cercanas a las antenas, ya sean del teléfono o las de las estaciones base, contienen la mayoría de la energía, aunque esta disminuye conforme aumenta la distancia con respecto a la antena, lo cual en el caso del teléfono no es posible, a menos que se utilice un cable con micrófono que nos separe de la antena. Para reducir la dosis de radiación sobre el cerebro la División de Ciencias Aplicadas de Cambridge ha diseñado un teléfono celular de manos libres con un sistema electrónico que al menos reduce los valores de absorción de energía electromagnética por parte del cerebro. De cualquier forma, no hay que olvidar que, en cuanto al uso del teléfono, la decisión de exponerse o no depende de uno mismo, al menos a las dosis de mayor intensidad.

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